En pocas palabras son aquellas cosas o situaciones que tienen la capacidad de hacernos responder sin deliberación. ¿Podríamos incluir la suegra en esta definición? Ahora lo veremos…
Estamos rodeados de señales que provocan una respuesta refleja o automática en nosotros, es decir, incondicionada: genera un cambio en la reacción fisiológica cada vez que aparece bajo ciertas condiciones.
En circunstancias normales, algunos son capaces de causar una respuesta refleja siempre, por ejemplo: la luz contrae la pupila, siempre (dejemos de lado excepciones que incluyen el consumo de sustancias o situaciones en las que se ha aplicado un vasodilatador, etc.).
Sin embargo, en otros la respuesta no se produce siempre: el olor a nuestra comida favorita no genera salivación si estamos llenos, por ejemplo.
Si nos adentramos en el acondicionamiento clásico, hablamos de estímulos aversivos y apetitivos, es decir, cuando se genera una respuesta desagradable o evitativa (el daño que hace cuando tocamos una olla caliente en la que se están hirviendo, por ejemplo, espaguetis con tal de hacer espaguetis a boloñesa con un toque picante).
Pero otras veces pueden ser estímulos apetitivos si la respuesta es positiva o agradable, como cuando el agua fresca que alivia nuestra sed después de andar 50 kilómetros a ritmo rápido y sin entrenamiento previo, provocando en nuestro cuerpo una sensación de placer.
Pensemos, por un momento, con esa comida que nos genera salivación de forma automática. O el olor a huevo podrido y la respuesta de hastío y náuseas que nos genera. O mirar a una bombilla y la contracción pupilar involuntaria. ¿Y el espanto que oímos cuando oímos un sonido fuerte y repentino?
La diferencia entre un estímulo neutro y uno incondicionado es que el primero, no genera ninguna respuesta, salvo que se vincule con el incondicionado y el estímulo neutro sí que necesita un proceso de aprendizaje asociativo.
Para que un estímulo neutro pueda estar asociado a un estímulo incondicionado se necesitan dos requisitos: proximidad y repetición, de esta forma la estimulación neutra adquiere la potestad de provocar respuestas que tienen las señales incondicionadas .
En primer lugar, el elemento neutro debe ser presente junto con el incondicionado. Esto lo vemos con el experimento de Pávlov, donde el sonido de la campana (neutro) aparece junto a la comida (incondicionada).
Si los estímulos se presentan juntos, pero la escena no se repite varias veces, no es posible la asociación. El aprendizaje requiere repetición y, por tanto, la situación en la que aparecen los dos debe replicarse una y otra vez hasta que el vínculo se desarrolla y se fortalece .
La diferencia entre las señales condicionadas y las incondicionadas es que estas últimas no necesitan otras motivaciones para surtir efecto. Por otra parte, los condicionados resultan de emparejar un estímulo neutro con un incondicionado y, el neutro que antes no producía respuesta, adquiere capacidad de generar la misma reacción y provoca el incondicionado, dejando de ser neutro y adquirir un carácter condicional .
Podemos decir que un estímulo es innato y otro es adquirido por asociación. A pesar de esa diferencia, ambos tienen potencial para producir la misma respuesta.
¿Dónde situamos el instinto en todo este galimatías? Recuerda que de todos los estímulos, los incondicionados son los más familiares porque nos hacen reaccionar de forma instintiva, refleja o involuntaria: no necesitan que pensemos para generar una respuesta orgánica.
📎 Alcaine, A. [Albert]. (2024, 17 septiembre). ¿Qué es el estímulo incondicionado?. PsicoPop. https://www.psicopop.top/es/que-es-estimulo-incondicionado/
📖 Referencias: